Historia de una noche, fue lo que pensé,
sin mayor sosiego ni tristeza.
No quería verte ni saber de ti.
Para mí, así, todo estaba más que bien.
sin mayor sosiego ni tristeza.
No quería verte ni saber de ti.
Para mí, así, todo estaba más que bien.
Conversaciones triviales esporádicas,
nunca tuve el deseo ni la necesidad de una mayor profundidad.
Tú en tu país y yo en el mío…
Para mí, así, todo estaba muy bien.
nunca tuve el deseo ni la necesidad de una mayor profundidad.
Tú en tu país y yo en el mío…
Para mí, así, todo estaba muy bien.
Una llamada 1 año después, sorpresa y alegría.
¿Alegría? Sí, eso mismo… Me alegré.
Ilusión de la posibilidad remota (para mí) de volverte a ver.
Todavía todo seguía bien.
¿Alegría? Sí, eso mismo… Me alegré.
Ilusión de la posibilidad remota (para mí) de volverte a ver.
Todavía todo seguía bien.
Una visita repentina y fugaz que prolongó nuestra comunicación con mayor cariño y emoción.
Sabía que algo podía no salir tan bien.
Sabía que algo podía no salir tan bien.
Un viaje juntos que trajo intimidad y cercanía,
momentos de los cuales ya no quería huir, pero sabía que ambos debíamos partir…
Ya no se sentía tan bien.
momentos de los cuales ya no quería huir, pero sabía que ambos debíamos partir…
Ya no se sentía tan bien.
Distancia irremediable,
vidas separadas,
vidas diferentes…
No nos volvimos a ver.
vidas separadas,
vidas diferentes…
No nos volvimos a ver.
Casi 10 años después, escucho mi nombre en una calle en Madrid.
Es así que la vida se encargó de concretar, al otro lado del mundo, las remotas posibilidades de volvernos a encontrar.
Es así que la vida se encargó de concretar, al otro lado del mundo, las remotas posibilidades de volvernos a encontrar.
Hoy, a pesar de saber que vivimos en la misma ciudad, no sé si te veré otra vez.
Pero sí sé que todo está más que bien.
Pero sí sé que todo está más que bien.